Todos tenemos una idea de Dios, ese Ser Superior que careó todo, sin haber sido creado El, pues ES desde el principio de los tiempos.
Algunos, los mas inocentes, creen que Dios esté en una figura de piedra, o de porcelana, o en un tapiz o una pintura en la pared. Otros, no menos inocentes, creen que Dios está en el Crucifijo (Cruz e Hijo) que ven en los altares y lugares de culto.
Dios es un Ser Esencial, que se escapa a la mente de todos los pobres mortales. Pero tenemos una certeza: El es la Unicidad. El Uno Absoluto de donde emana todo lo creado. Y pues somos una Emanación del Creador, en nosotros habita Dios, en su Esencia Inmortal.
Dios creó también el bien y el mal. Materia y Esencia. Universo y Cosmos. Estas facetas de Dios a menudo tienden a confundirse, pues en su Esencia Elemental, podríamos decir Dios es finito dado que siendo Lo Bueno, su fin sería el principio de lo puesto, es decir: Lo malo.
En Los Estados Multiples del Ser, el filósofo francés René Guenón, afirma que Dios es el Ser Superior en los Estados Superiores del Ser, pero su finitud viene definida por la existencia del Mal, que el mismo creó.
Somos entonces Emanaciones, Creaciones y Criaturas Vivas (todas las visibles, incluso las que llamamos impropiamente «inanimadas») y por tanto somos Suyos. Somos El. Somos partes del Todo, como el Todo es parte nuestra.
Amén.